LOS LACTEOS

Una buena alimentación no se entiende hoy en día sin las aportaciones necesarias de proteínas, calcio, grasas, hidratos de carbono o fósforo que suministran la leche y sus derivados. Además, por si esto fuera poco, en el supermercado podemos encontrar productos enriquecidos que mejoran la asimilación de estos elementos o que incorporan suplementos que aumentan los beneficios propios de la leche. Los lácteos fermentados con bacterias son esenciales para reforzar la flora intestinal, que en los países desarrollados suele destruirse con el abuso de antibióticos, o por otros factores naturales como el envejecimiento.
Sin embargo, existen muchas personas que padecen intolerancia a la lactosa y piensan que, por ello, pueden tener carencias de calcio muy perjudiciales. Es un error, ya que la leche es sustituible en la dieta por otros alimentos que aportan la misma cantidad de calcio.
La leche contiene un 88% de agua, y un 12% de materia sólida, de la cual el 4,5% son hidratos de carbono (lactosa), el 3,3% proteínas de alto valor nutritivo, siendo la principal la caseína y, un 3% de grasas saturadas. El resto está formado por vitaminas: vit A, vit B 2 (riboflavina), vit B 1 (tiamina) y minerales: sobre todo calcio, magnesio y potasio. Por el contrario, es pobre en vit C, vit D y hierro.
Para hacernos una idea aproximada del valor nutricional de la leche y del papel que juega en la dieta humana: 1 litro diario de leche aportaría a la dieta de un niño de 10 ó 12 años, el 25-30% de las calorías necesarias, el 75% de las proteínas, la totalidad del calcio, casi la mitad de los requerimientos de vit A y D, e importantes proporciones del resto de vitaminas.
Un litro de leche entera proporciona, aproximadamente 640 kilocalorías.